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La Revolución de las Viejas en Tecnópolis

Somos Espiral

Feminismos atravesados por distintas generaciones, militancias y causas marcaron el inicio de “Somos espiral”, un ciclo de actividades organizadas por “La revolución de las viejas”. En el gran escenario circular de la Nave de la Ciencia en Tecnópolis se celebró la posibilidad de volver a juntarse con distanciamiento y la promesa de lograr nuevas conquistas de derechos. Un manifiesto contundente: «No nos busquen pasivas, no nos van a encontrar. No nos busquen infelices, no vamos a estar. No nos busquen calladas. No nos callamos más». Música de ayer y de hoy y la agenda de lo que vendrá.


Fotos: Julieta Ferrario

El día estaba luminoso y Tecnópolis era una fiesta. Por fin se volvieron a juntar “las viejas” y lo hicieron nada menos que en el gran escenario Nave de la Ciencia. El auditorio circular de 1400 m2 estaba al máximo de lo permitido por protocolo (un asiento ocupado cada dos libres). La propuesta era conversar sobre el feminismo en las diferentes generaciones y militancias con invitadas de lujo: Dora Barrancos -investigadora, socióloga e historiadora-, Ofelia Fernández -legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Frente de Todos- Nicki Becker -una de las fundadoras de Jóvenes por el clima- y Valeria Salech -presidenta de Mamá Cultiva-.

En el público eran multitud las mujeres, de todas las edades, con pelos blancos y pelos violetas, arrugas, tatuajes, con miradas expectantes, alegres, atentas. Estaban muchas de las que en el verano de 2020 se vieron espejadas en aquel video donde la diputada nacional del Frente de Todos Gabriela Cerruti preguntó: “¿Alguien está pensando en la felicidad después de los 60 años?”. Y con ese disparador instaba a armar la “Revolución de las viejas”.

“Estamos acá para celebrar el aniversario de ese encuentro. A pesar de lo difícil que fue el 2020, el movimiento se llenó de iniciativas. Las reivindicaciones de las vejeces feministas fueron parte del Ni una menos del 3 de junio. Se crearon, en toda la República Argentina, más de 36 nodos de movimientos y agrupaciones de viejas revolucionarias. Se presentó una ley para combatir la discriminación por razones de edad y se llevó a cabo un Encuentro Nacional de la Revolución de las viejas en el que participaron muchísimas mujeres y disidencias que están pensando las vejeces con una perspectiva política y feminista”, sintetizó desde arriba del escenario la antropóloga Tamara Haber, quien también colabora en la coordinación de La revolución de las viejas.

De esa manera, se dio el puntapié inicial del nuevo ciclo de este movimiento de mujeres titulado “Somos espiral”, con la idea de generar diálogos intergeneracionales que puedan potenciar las luchas y conquistas feministas.

“Ancestras, pioneras, pibas de ayer y de hoy en el mismo buque de transformación. Cuantas más somos, más crece la marea. Hoy nos encontramos para dar debates urgentes, para construir sentidos en común que puedan derribar las violencias patriarcales, que puedan proyectar nuestras vidas hacia el ejercicio pleno de la libertad y la autonomía. Buscamos reconstruir el entramado del espacio y el tiempo en comunidad. Salir del individualismo y de la distinción de edades para mostrar la vida como un fluir constante”, se anunció en un video que llenó la pantalla gigante de imágenes de naturaleza, marchas, abrazos.

Fue la introducción perfecta para una tarde que tuvo por objetivo construir un puente entre generaciones de feministas que militan por los sueños postergados y por los derechos que faltan.

¿Qué lugar ocuparon la autonomía y soberanía en sus luchas?, ¿se han sentido violentadas o estereotipadas en su trayectoria? Esas fueron algunas de las preguntas que respondieron en el primer conversatorio, que buscó unir diálogos entre el movimiento feminista y el ambientalista.

Becker y Salech, coordinadas por la Diputada Nacional por la Ciudad de Buenos Aires Paula Penacca, compartieron reflexiones donde se cruzaban las problemáticas sociales y de género que atraviesa el ecologismo con las desigualdades que padece la mujer frente a los cuidados y el sueño de lograr el uso medicinal del cannabis.

Después se dio paso al la segunda charla que estuvo a cargo de dos grandes referentas del movimiento feminista: Dora Barrancos, presentada por Haber como “genia, pionera, rompió esquemas en el mundo de la investigación y hoy sigue siendo referente” y Ofelia Fernández, quien inspiró a muchísimas chicas y es la legisladora más joven de Latinoamérica.  En los próximos días Nuestras Voces publicará ambas charlas completas.

El pico de interés ocurrió cuando la senadora nacional Eugenia Catalfamo las consultó sobre cuáles son los próximos pasos a dar, ahora que ya se conquistó la ley del aborto seguro y gratuito, para alcanzar la igualdad de trato y oportunidades.

Generaciones, feminismos y luchas fueron las palabras que más sobrevolaron el conversatorio. Si algo dejó bien claro este encuentro es que el movimiento feminista atraviesa a todas, desde las viejas a las jóvenes, que es transversal y que es necesario debatir sobre los nuevos desafíos de cara a la construcción de una agenda que permita avanzar en la conquista de más derechos para las mujeres y diversidades.

“Vamos a seguir construyendo estos puentes intergeneracionales porque son los estereotipos y las violencias de este modelo patriarcal y productivista que sobre exigen a las juventudes los mismos que excluyen y descartan a las vejeces. Hay muchos puntos en común entre las juventudes y vejeces feministas y se necesita seguir aceitándolos”, enfatizó Haber.

Antes de la despedida, Cerruti leyó un manifiesto donde queda claro hacia dónde apunta esta revolución. “Su vocación es poner en palabras lo que las mujeres envejecientes hemos sentido y sufrido a lo largo de generaciones lo que ahora queremos es deconstruirnos, desarticular el andamiaje de estereotipos y prejuicios que nos encorsetaron y resignificar las vejeces para nosotras y para las que vendrán”. Y luego agregó: “Nuestra colectiva convoca a mujeres en toda su pluridiversidad de cosmovisiones a lo largo y ancho del país y estamos comprometidas con la realidad social de Argentina y del mundo. Somos marea plateada, hijas de los pañuelos blancos y madres de los pañuelos verdes. Somos revolucionarias. Cuando esperaban vernos silenciosas nos unimos fuertes, experimentadas, solidarias, acompañándonos en este camino para elegir y construir una vida mejor”.

Daba para quedarse varias horas más de charla. Pero cuando el reloj pisaba las 20.30 se anunció el cierre: esta vez la música abrió el diálogo entre las distintas generaciones. Saltó al escenario con sus ropas hiphoperas la artista marplatense Juana Passeri, alias Shitsem.

“Su nombre es una manera elegante de mandar al diablo al sistema”, aclaró Haber.

Desigualdades, género y violencias retumban en sus letras. Pura reivindicación social a golpe de rap de una cantante que dice: “Compañera de lucha saca esos versos que acá las guachas te escuchan”. Al terminar el show se escucharon aplausos, ovaciones. “Es divina. Mi hija la ama”, comentó una vieja.

Luego fue el turno de Dolores Solá, quien salió de su zona de confort tanguera y aceptó el desafío de revisar hits de los ‘70 y ‘80. Arrancó con el tema “La Bambola” de una diva italiana de antaño, Patty Pavo, en la que una mujer le pide a su hombre que no la trate como una muñeca; y terminó rockeando con “Me vuelvo cada día más loca”.

Gran broche para una fiesta de las ideas intergeneracionales, las luchas, los reencuentros y las viejas revolucionarias.

 

Nota publicada por Nuestras Voces

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